Para los animales de Piedecuesta aún hay una 'Luz'
- Ma. Alejandra Acela, Julissa Garrido y Ángela Mesa
- 4 jun 2017
- 6 Min. de lectura
Desde hace 15 años, Luz Marina Carrillo se ha convertido en la ‘voz’ de los animales abandonados y maltratados. Ella es una animalista que, comprometida con su vocación, lucha contra la negligencia de una ciudadanía y un gobierno indiferente.

En el local de Luz Marina no se distinguen razas, tamaños o colores. En promedio, es visitado por más de diez perros cada día, que llegan con la ilusión de recibir un poco de amor y comida. Foto: Alejandra Acela.
Luz Marina Carrillo es una comerciante que vive en el centro de Piedecuesta, donde tiene un pequeño local en el que vende perfumería, el Baloto, artículos de limpieza, minutos y algunos accesorios para mascotas. Lo insólito es la decoración del lugar que, a pesar de su reducido tamaño, resalta entre la zona comercial; desde lejos pueden verse los diversos carteles que cubren el marco de su puerta.
Advertencias, información legal, fotos de animales maltratados y la evolución de ellos ante su rescate son algunos de los mensajes que invitan a la comunidad a reflexionar. Su sitio de trabajo, que al mismo tiempo es la casa en la que convive con su hermana y sus 10 perros, ya es considerado un punto de referencia, tanto para aquellas personas que deseen colaborar con la causa, como para los animales callejeros que van a diario en busca de comida y agua.
‘Luzma’, como la conocen, cuenta que cada día trae la misma rutina. Inicia alimentando primero a los perros de la calle y después a los suyos; seguido de esto, se dirige al parque central donde está el 'ComeDog' -un dispensador de concentrado-, y allí lava las tazas, cambia el agua y surte con comida. Finalmente, regresa a la casa para abrir el negocio, y empiezan a llegar los casos. “No hay un día que yo diga: “No vino nadie, ¡qué chévere!, no pasó nada”. Todos los días es así, y si no es aquí, es en el Facebook”, expresa con resignación.

Aunque hay personas que cuentan con ella a la hora de tratar con animales rescatados, existen otras que la consideran una 'salida fácil' y, sin más, optan por abandonar en la puerta de su local perros heridos o camadas de gatos recién nacidos. Una de las frases más escuchadas por Carrillo y su hermana es “si usted no lo coge, toca sacarlo pa’ la calle”.
Mientras Luz Marina intenta atender su negocio, llegan entre cinco y siete casos diarios de maltrato o abandono animal, a los cuales procura darles solución uno a uno, y a pesar de que sus esfuerzos son muchos, el olvido y el desinterés por parte de la Alcaldía de Piedecuesta y de la Policía Ambiental retrasa su ardua labor.
Una labor sin profesión
Ser animalista es ‘trabajar con las uñas’ e involucrar su propio bolsillo para cubrir las necesidades de los ‘peluditos’. La señora Luzma explica que no ha sido fácil dedicarse a este servicio y no oculta su agotamiento. “Yo ya estoy, no digo cansada, pero sí agotada. Son tantos los casos que a veces no los puedo atender todos”, confiesa con pesar.
Su entrega incondicional -sumada al apoyo que ha recibido de diferentes personas- es más grande que cualquier debilidad física. Ante la notoria indiferencia de las autoridades, Luz Marina supo que debía continuar su labor con ayuda civil y es así como nace el movimiento Soy Animal, conformado por 10 personas, entre ellas profesionales, jóvenes y gente del común que persiguen el mismo ideal desde hace aproximadamente un año.
No es necesario pertenecer al movimiento para ser partícipes de rescates o ayuda como hogar de paso, que son algunas de las actividades que ellos realizan; también ciudadanos al margen de esta ideología animalista son activistas de esta labor, como lo es el veterinario William Eduardo Nardez Prada, dueño de la Veterinaria Villa de San Carlos.

Nardez le ha colaborado a Luz Marina con los servicios médicos para los animales rescatados prácticamente desde que ella inició con esta causa. Aún recuerda cómo fue que despertó en su amiga ese sentimiento de ayudar a los animales, con la llegada de su ‘viejita’, una pinscher de 11 años que le cambió la vida; y lo que en un principio era tan solo un deseo, con el tiempo se convirtió en un deber enteramente ineludible para ella.
Entre operaciones, curaciones, esterilizaciones y demás urgencias, la señora Luzma ha acumulado en la veterinaria una deuda de más de un millón de pesos. El doctor William, por su parte, tiene la confianza de darle un plazo flexible en el pago de los servicios, y comenta que han llegado personas a colaborarle con pequeños aportes. “Más que todo es la gente joven la que le colabora a ella, que tienen como una ‘nueva conciencia’ sobre los animales”, agrega el veterinario.
La autoridad no se hace notar
Aunque Piedecuesta es un municipio con por lo menos 152 mil 665 habitantes, según el censo oficial, cuenta solo con un policía ambiental, que además está en vacaciones desde agosto. Así lo aseguró la misma Estación de Policía Municipal, que reconoce que por este mes “no habrá personal que cubra este cargo”. Eso explica por qué las autoridades están remitiendo los casos a otras estaciones del área metropolitana.
La animalista de Piedecuesta y su grupo Soy Animal ya han recurrido a miles de propuestas en busca de soluciones para ponerle punto final al maltrato, o por lo menos disminuirlo; incluso han estado en reuniones con el Alcalde y su Secretario de Gobierno discutiendo la posibilidad de formar parte de la junta directiva de protección de animales de la Alcaldía. “Nos atendieron muy bien, todo chévere, nos escucharon, tomaron nota y quedaron de llamarnos, pero no lo han hecho; no sé, como que nos ignoraron”, detalla Carrillo con desilusión.
Una de las muchas ideas que la misma Luz Marina ha tachado de ‘locas’ ha sido la propuesta de formar un grupo que esté dirigido por la Alcaldía, en el cual ella y otros activistas que deseen participar tengan autoridad sobre temas y situaciones en los que los derechos de los animales se vean vulnerados; todo esto con el fin de hacer cumplir la Ley 172 del año 2015, conocida comúnmente como ‘Ley Animal’.
El Plan de Desarrollo de la nueva administración 2016-2019 de Piedecuesta, encabezada por el alcalde Danny Ramírez, reconoce el maltrato animal como un problema en el municipio, sin embargo, hace mención de esto solo una vez en todo el documento y, a pesar de contar con más de 50 programas, no se propone ninguno en pro de la defensa a los animales.
Y le tocó a los civiles
Cuando alguno de los integrantes de Soy Animal u otra persona de la comunidad rescata un animal del descuido o abandono, le encomiendan a la señora Luzma la responsabilidad de encontrarle un hogar estable que le brinde calidad de vida. Son pocas las personas dispuestas a adoptar un perro ‘criollo’, y Luz Marina no puede darles hogar de paso a todos, lo que la obliga a conseguir dinero para pagarles una guardería.
El municipio de Piedecuesta tampoco cuenta con refugios o fundaciones que los alberguen temporalmente mientras les consiguen hogar. La mínima asistencia que ha prestado es la coordinación de Zoonosis, la cual se encarga de hacer campañas de vacunación gratuitas a animales domésticos por los barrios. A los animalistas les preocupa que esta entidad, que es el único apoyo por parte del municipio, no esté en funcionamiento, pues desde el 28 de julio concluyeron los contratos de sus funcionarios y permanecerá así hasta nuevas contrataciones.
Como Luz Marina, otros ciudadanos han decidido utilizar su propia casa como ‘minirefugios’. Es este el caso de Deisy Carrillo, una mujer que ha rescatado y dado hogar de paso a incontables animales domésticos.

Deisy vive con su esposo, su mamá, su hija, sus 11 perros y 4 gatos. La casa es antigua y humilde, tiene un solo piso que incorpora un patio amplio y tres habitaciones: una para la pareja, otra para la abuela y la hija, y la del fondo únicamente para las mascotas. “Mi hija duerme con la nona y no le armé el cuarto a ella por dejarles ese espacio a mis perros, no hay otra forma”, acepta entre risas y la mirada cómplice de su niña.
Pero no todo marcha tan bien para ella y su familia. En el momento, están buscando un nuevo hogar pues la casa actual se cae de a poco. Tener tantas mascotas complica su búsqueda, le han cerrado puertas y hasta su propia familia le da la espalda y prefiere no visitarla. De hecho, son muchas las personas que le han sugerido sacarlos a la calle, pero la indignación la inunda de solo pensarlo. “¿Cómo se les ocurre?, ¡eso es como sacar a mi propia hija!”, exclama con exaltación.
Ellas no son las únicas piedecuestanas que intentan respaldar, con su propio sudor y trabajo, el cuidado de los animales desprotegidos. Existen más grupos animalistas que han permanecido ‘luchándola’ sin ningún acompañamiento de la Alcaldía ni de la Policía Ambiental; aun cuando existe un reconocimiento del problema y unas políticas públicas de defensa, el cambio anhelado no pasa de ser tan solo un sueño de aquellos a quienes les interesa.
“Tengo la ilusión de que el alcalde Danny haga la diferencia, qué veamos un cambio en la protección animal. Vamos a ver, ¿quién quita?”, concluye Luz Marina, manteniendo la esperanza en que sus ‘hijos peludos’ puedan vivir en Piedecuesta con calidad y derechos.
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