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Los ‘quebrantos’ de la salud mental en Bucaramanga

  • Ma. Alejandra Acela y Wilson Serrano
  • 28 abr 2019
  • 8 Min. de lectura

La capital santandereana tiene buenas intenciones para contrarrestar el problema de salud mental que la aqueja, sin embargo, no existe la inversión ni la cultura necesaria para mejorar este escenario. A continuación, podrá leer una ‘radiografía’ sobre la situación de la salud mental en Bucaramanga.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas ha sufrido alguna clase de

trastorno mental o neurológico en algún momento de su vida. Tomada por: Wilson Serrano.

El 21 de enero de 2013 el Congreso de Colombia expidió la ley número 1616 que pretende “garantizar el ejercicio pleno del Derecho a la Salud Mental a la población colombiana, priorizando a los niños, las niñas y adolescentes, mediante la promoción de la salud y la prevención del trastorno mental”.

Esta ley es conocida como la Ley de Salud Mental y en Bucaramanga, al parecer, aún no ha surtido efecto. En el área metropolitana de Bucaramanga entre los años 2012-2016 se atendieron 176 mil 156 personas por causas de salud mental, consolidando el 76,8 por ciento del total de personas atendidas en el Departamento (229 mil 284 personas).

(Cálculos del Observatorio de Salud Pública de Santander).

Por otro lado, de acuerdo con el Informe de Gestión de Bucaramanga del primer semestre del 2017, entre 2015 y 2016 específicamente se presentaron 134 consultas en menores de un año, una en menores entre 1 y 4 años, 215 en menores entre 5 y 14 años, 2 mil 673 en personas entre 15 y 44 años, 969 en personas entre 45 y 64 años, y 312 en mayores de 65 años; para un total de 4 mil 304 casos.

Entre las primeras causas de atención están el trastorno mixto de ansiedad y depresión, el cual puede causar estados de ánimo depresivos acompañados de angustia, dificultad para concentrarse y preocupación excesiva; también, el trastorno de ansiedad no especificado, padecimiento que no cumple los criterios exactos de la ansiedad, pero significan una molestia perjudicial para el paciente; entre otros casos de depresión y perturbación de la actividad y la atención.

Desde otra perspectiva, la Dimensión de Convivencia Social y Salud Mental de la Alcaldía de Bucaramanga estudia y realiza programas encaminados a tratar eventos relacionados con violencia intrafamiliar, uso de sustancias psicoactivas, uso patológico de los videojuegos, intentos de suicidio y suicidios consumados.

La Clínica San Pablo, el Hospital Universitario de Santander, REMY I.P.S., el Instituto del Sistema Nervioso del Oriente-Clínica Isnor y el Hospital Psiquiátrico San Camilo hacen parte de las instituciones adecuadas para atender casos de salud mental, siendo San Camilo el único hospital público especializado en esta área en todo el departamento de Santander.

Sin embargo, todas las instituciones de salud en su área de Urgencias deben estar capacitadas para brindar la atención primaria en situaciones de trastornos en la salud mental.

Buenas intenciones, poco presupuesto

La Alcaldía de Bucaramanga y el Instituto de Salud de Bucaramanga (E.S.E. Isabu) mantienen un contrato interadministrativo con el fin de dar cumplimiento al Plan de Intervenciones Colectivas (PIC); las actividades de este plan son ejecutadas anualmente por el Isabu y presupuestado por la Secretaría de Salud.

La ejecución del PIC inició en abril de 2017, y este incluye siete estrategias para la dimensión de Convivencia Social y Salud Mental, para las cuales dispone un presupuesto de 310 millones 800 mil pesos, de un presupuesto total de 1,621 millones 346 mil 659 pesos.

Entre las siete estrategias se incluyen 48 actividades con distintos grupos sociales, las cuales priorizan temas como uso de sustancias psicoactivas (SPA), educomunicación como prevención del suicidio, bullying, trastornos alimenticios, violencia de género, alcoholismo y jugadores patológicos.

Este tipo de intervenciones involucran a padres de familia, niños, adolescentes y jóvenes, redes y grupos de apoyo, habitantes de calle, trabajadoras sexuales, consumidores de SPA y empleados y administradores de locales de videojuegos.

Para Carmen Rosa Acevedo, coordinadora de la Oficina de Salud Mental de la Secretaría de Salud de Bucaramanga, el presupuesto no es el necesario para poder desarrollar los programas correspondientes a esta dimensión, y opina que “[la inversión y presupuesto de salud mental] depende del Alcalde de turno”.

Desde la Coordinación de Salud Mental del Isabu, Anggy Cuadros -psicóloga especialista en clínica- afirma que “la salud mental es un problema de la salud pública, y es una problemática difícil de tratar que requiere de mucho trabajo, de mucho seguimiento y compromiso”.

Aun así, con los recursos dispuestos, Bucaramanga saca adelante iniciativas de promoción y prevención (PYP) de la salud mental, las cuales se enfocan principalmente en los estratos 1 y 2 pues, según Acevedo, “el servicio del Estado es para las poblaciones vulnerables y la prioridad es para la población que tiene Sisbén”.

La campaña que divulgan invita a los ciudadanos a que, ante cualquier situación de vulnerabilidad emocional, se dirijan a su EPS correspondiente, la cual los remitirá a la IPS con la que tengan contrato para este tipo de servicios especializados.

Cuadros, por su parte, detalla que al recibir un paciente con aparente trastorno mental, se procede a estabilizarlo, hospitalizarlo y finalmente remitirlo a la entidad psiquiátrica pertinente, de acuerdo con el convenio del ciudadano. Al ser el Isabu una institución de atención primaria, Cuadros reconoce que “hace falta más seguimiento, más entidades, más manos que pudieran trabajar esta problemática que es la salud mental”.

De hecho, la última Encuesta Nacional de Salud Mental, realizada en el año 2015, prioriza en sus conclusiones el aumento de la oportunidad, continuidad y calidad de la atención en Salud Mental. A la capital santandereana se le dificulta este proceso, porque “el tema presupuestal es una falencia gravísima, afecta directamente el número y el tipo de profesionales a contratar”, comenta Acevedo, y concluye que “somos el patio trasero de la Secretaría de Salud”.

Según el Estudio Andino de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Universitaria de 2016, el 40 por

ciento de los estudiantes de Colombia han consumido alucinógenos. Tomada por: María Alejandra Acela.

Suicidio, la ‘puerta abierta’ de Bucaramanga

El número de suicidios es una cifra alarmante en Bucaramanga y es una muestra de las consecuencias de los trastornos mentales. En el 2017 la ciudad presentó 26 casos de suicidios consumados y 265 intentos de suicidio registrados, según el Boletín Estadístico de Medicina Legal.

Teniendo en cuenta los eventos de interés en vigilancia epidemiológica planteados por el Observatorio Digital Municipal de Bucaramanga, en lo que va del 2018 (y a la fecha de redacción de este reportaje), ha habido 98 intentos de suicidio, siendo el 67 por ciento ciudadanos pertenecientes al régimen contributivo y el 23 por ciento del régimen subsidiado.

Estas cifras dan a entender que este tipo de eventos no dependen del régimen de salud al que pertenezcan ni del estrato socioeconómico, la estabilidad mental del ser humano es ajena a estos factores, lo que puede poner en duda la población se dirige la Alcaldía con sus acciones de Promoción y Prevención; esta coyuntura refleja que nadie está exento de padecer en el área de salud mental.

Silvia Juliana Orejarena Serrano, médica especialista en psiquiatría de niños y adolescentes de la Universidad París V Descartes de Francia, asegura que “no hay líneas de atención en salud mental de urgencias, no hay una estructura fuerte que señale, ni hay educación en la población general para manejar casos suicidas”.

Además, resalta el estigma que tiene la ciudadanía a asistir a consulta con el psiquiatra o la medicación psiquiátrica, como por ejemplo “pacientes que fueron incluso diagnosticados y que no quisieron aceptar el tratamiento o no fueron al psiquiatra por miedo a ir, cuando se puede hacer cosas mucho más fáciles y eficaces en ese momento”.

A pesar de esta coyuntura local, y a diferencia de ciudades como Bogotá con su “Línea 106” y Medellín con la “Línea Amiga”, en Bucaramanga no existe una línea telefónica de apoyo que brinde un acompañamiento en situaciones de depresión, estrés, ansiedad y demás afectaciones psicológicas o psiquiátricas.

Se le preguntó a Carmen Rosa Acevedo el porqué de su inexistencia, a lo que reconoció que hasta el momento la Secretaría no había considerado la posibilidad, alegando que “ellos siguen lo estipulado en el Plan de Desarrollo”, en el que no se tuvo en cuenta esta posibilidad.

“Si no la tenemos ya, toca hasta el próximo Alcalde”, agrega Acevedo.

Orejarena, quien sostiene la importancia de atender los casos de salud mental a partir de sus primeros vestigios, no desconoce la relevancia de su aplicación en la ciudad y recalca lo bueno que sería que la persona tuviera ese espacio al cual acudir en caso de urgencia.

De acuerdo con el Plan Obligatorio de Salud, POS el paciente puede acceder a hasta 30 sesiones de

psicoterapia individual, terapias grupales, familiares y de pareja durante el año calendario.

Tomada por: María Alejandra Acela

La patología tras los videojuegos

No es un secreto que desde la creación del Internet, a principios de los años 70, la tecnología y su uso hacen parte de la cotidianidad, y como parte de ella está incluida la creación de los videojuegos.

Desde el 7 de diciembre de 2012 existe en Bucaramanga el Acuerdo 038 decretado por el Concejo Municipal, el cual procura la creación de un comité de promoción, clasificación y seguimiento del uso de videojuegos. A pesar de la existencia del acuerdo, no se han venido realizando las actividades ni ejecutando el comité pues no tiene aplicación dentro del panorama actual.

“No se está ejecutando el comité que hay que ejecutar, porque el Acuerdo Municipal está obsoleto y por eso lo estoy actualizando, para que pase al Concejo, lo aprueben y empezar a operacionalizarlo” explica Acevedo.

El nuevo Acuerdo incluiría a las Facultades de Psicología de Bucaramanga y su área metropolitana, la Secretaría de Interior, la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría de Salud, el asesor de las Tics e incluso un líder de videojuegos, y fue reformulado por la poca existencia de negocios de préstamo de consolas.

Esta nueva adaptación tiene como finalidad hacer campañas de promoción y prevención con padres de familias y jóvenes jugadores sobre el uso responsable de este tipo de tecnología la cual, además de ir más allá de los locales prestadores del servicio de videojuegos, pueden convertirse en una patología si se usa en exceso.

El trastorno por videojuegos es considerado como un problema mental según la Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-10. Tomada por: María Alejandra Acela

Cultura de Salud Mental

Las patologías en salud mental tienen distintos orígenes, y para Nancy Lemos, psicóloga con PhD en Psicología Clínica, estos problemas están relacionados de manera directa con la cultura mediática y las pautas de crianza. Además, agrega que estos padecimientos “son producidos por la desigualdad social y las falencias en las políticas públicas”.

Por otro lado, el estigma frente a la psiquiatría mencionado en párrafos anteriores también forma parte de nuestra cultura, convirtiéndose en un obstáculo para la atención oportuna de estos casos de afección mental.

Para Silvia Orejarena, “mucho de lo que se vuelve urgencia se pudo haber manejado años antes sin que llegara a situaciones tan graves”, hecho que se complementa con la perspectiva de Lemos, que apunta a una población temerosa de acudir a estas instancias porque, comparado con padecimientos físicos, los mentales son una condición subestimada; “hoy amaneciste depresivo” o “estás muy bipolar” son algunas de las expresiones cotidianas que señala Lemos como evidencia.

Otros factores producto de la cultura contemporánea son el ciberbullying, que consiste en matoneo vía Internet; el estilo de vida ‘influencer’ o ‘youtuber’, en el sentido de que son personas muy jóvenes manejando grandes cantidades de dinero y fama; tendencias provocadas por las redes sociales, como el reciente reto de la “Ballena Azul”; aspectos que han sido minimizados por las patologías tradicionales, pero que, según Lemos, impactan de igual forma a la población inmersa en la cultura mediática.

Dentro de las estrategias planteadas por el PIC aún no se observa rastro de esto, lo que para Lemos refleja aparente desequilibrio, ya que no se debe descuidar la atención a determinadas patologías por atender otras.

Partiendo de que la salud mental -por ley- debe ser una temática de prioridad, a Bucaramanga aún le queda ‘camino por recorrer’, ya que, como opina Orejarena, “tampoco tenemos las herramientas o las estrategias necesarias”; sin embargo, con el presupuesto dispuesto, la ciudad adelanta proyectos con sus poblaciones vulnerables.

Queda como reto romper el tabú que representa visitar al psiquiatra, y priorizar la salud mental con la promoción y prevención integral de los distintos problemas: los tradicionales y los que la contemporaneidad ha dejado, esto con el apoyo económico necesario.

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