top of page

¡Boom!

  • Wilson Serrano Jaimes
  • 12 jun 2019
  • 3 Min. de lectura

Hola, soy Pedro y hoy voy a hacer algo terrible.

Mi cabeza retumba con onomatopeyas: un “toc toc” a lado y lado de mi cráneo que destruye mi conciencia, y un gruñido fuerte de Satán que me recuerda con rabia la necesidad que tengo de morir. Hoy voy a arder y mañana no va a haber huella, pero mi nombre estará manchado de algo más que sangre. Ya repasé el plan de los poderosos, nunca imaginé manejar un carro que parece parca.

Una camioneta Nissan Patrol modelo 93 está en frente de mi casa, las llaves sobre mi mesa, mi familia durmiendo, mi cuerpo temblando y mi frente sudorosa. Es el comienzo del fin, después del arranque tengo que seguir el camino propuesto por el diablo. Pero pienso: ¿cómo no lo voy a hacer?, si he visto a Luzbel a la cara y me ha prometido una alforja llena de talentos para mi familia.

Al parecer esta acción fatídica agradará a uno de sus hijos y quitará cualquier incertidumbre sobre el vigor de su mano dura. A pesar de esto, siempre pensé que todo iba a salir mal, porque estaba obligado a cerrar el pacto con la mano izquierda y a Lucifer no le gusta ese lado.

Después de prender el carro y sentir en mi cuerpo la vibración del encendido, decido arrancar y de manera dificultosa meter primera con mi muñón. En cada esquina veo el retrovisor y observo fuego acercándose a mi cara. Me tiembla mi única mano, pero la semblanza de mi rostro no cambia, pues no quiero levantar sospechas antes de lo previsto.

Cruzo hacia la autopista sur, estoy cada vez más cerca de mi óbito, lo tomo con calma, aunque en mi pensamiento todo es una maraña de dudas e ideas. Hago cada pare, me detengo en rojo, dejo pasar a las personas cuando hay cebra, evito la infinidad de oquedades que están en la superficie de esta ciudad; en realidad, estoy siendo un buen conductor para esconder el miedo de cargar 80 kilos de pentolita.

“Estoy cerca de mi destino”, digo esto suavemente con un lento movimiento de labios. ¡Qué frase!, pienso después, pues no existe otra manera de describir el futuro cercano. A unas pocas esquinas de la escuela suelto quizás mi última lágrima, respiro profundo y acelero para estar más cerca.

Hace dos cuadras me acompaña una moto, no sé si me escolta, no tengo idea si hace parte del plan, en este momento me importa poco lo que pueda pasar. A 600 metros de mi destino, me persigno olvidando que este plan fue orquestado por el maligno, ya todo esto es inevitable, ineludible e irremediable.

En la entrada, la puerta está abierta, pero unos conos anaranjados evitan pasar. Después de unos diez segundos de esperar se asoma un guardia con un canino, y en ese momento pienso: “Cerbero no te sientes o tendré que acelerar mi suicidio”. Inesperadamente me dejan entrar y, sin pensarlo, le sonrío y le doy las gracias al policía que me permitió el acceso.

Después de esa ‘u’ hipócrita que se formó en mi rostro, avanzo por la Avenida del Trabajo, veo grupos de uniformados a cada costado, evito mirar a alguien fijamente y luego de unos metros cruzo a la izquierda. Luego de dar vueltas en la Escuela de Cadetes, he reafirmado dentro de mi cabeza que, aunque siga girando y girando, no puedo cambiar mi desenlace.

Un hombre más, vestido de verde, quiere acercarse para consultar a dónde voy. Hoy no quiero hablar con nadie que no sea yo, y siguiendo el único deseo que pude cumplir en mi último día doy marcha atrás, me alejo, pero no del plan.

Al poner en reversa la camioneta, acelero más de lo debido y decido convertirme en nada, en nadie: ¡boom! Ahora estoy regado en pedazos, soy irreconocible. Entre cenizas, entre fuego y entre sangre, esas siempre han sido las características de las obras de Satanás.

Estoy hecho trizas, en fragmentos, en trozos y en partes. Quizás nadie puede llegar a determinar quién fui, sin embargo, después de unas pocas horas, están contando mi historia con miles de tergiversaciones, tengo un alias y soy un eleno, pese a que siempre los odié.

Al momento de mi deceso, veo un cielo blanco, huele a azufre y pienso “solo dos personas saben de manera precisa lo que he hecho: Dios, a quien se lo he contado día tras día para que conozca mis razones y reciba su perdón; y el diablo, que tiene forma corpórea, que siempre ha estado en mi país”.

Nunca se puede confiar en un gran colombiano.

Adiós.

Comentarios


CATEGORÍAS

Categorías

¿HA VISTO A ESTOS PELUDOS?

DANNA

Perra schnauzer extraviada el 16 de abril en Floridablanca. 

Contacto: 3185216277- 3178001890- 6478849/ Erika Triana Gómez 

LUKU

Perra de cuatro meses de edad  perdida en el barrio Bucarica, cerca al Jardín Botánico Eloy Valenzuela.

 Contacto:313879873 / María Fernanda Amado 

NIKO

Perdido desde el siete de junio, tiene un collar rojo y fue visto por última vez en Cañaveral. 

Contacto:3163433833

MARLY

Lleva 6 meses extraviado, tiene una pata fracturada y fue visto por última vez en el barrio San Francisco de Bucaramanga. 

Contacto: 3148888565/ Paola Molina

NN

Perra de raza Pinscher perdida en Girón, aún no han encontrado  sus dueños a pesar de buscar en el Poblado, Caneyes y el Portal. 

Contactos: 318792175-3008287649/ Alejandra Quintero - Mabel Ramírez.

PERIODISMO SANTANDEREANO

S Í G A N O S
  • Facebook Social Icon
  • Twitter Social Icon
  • Google+ Social Icon
bottom of page